Verdad ha muerto

calaveras

HASTA hace poco pensaba: DIOS ha muerto. Me equivoqué. Lo acepto, fatal error. En este mundo terrenal, ÉL no podía morir. Pues pertenecía al mundo de las creencias espirituales.

Era obvio. Si quería participar de duelos, tendría que buscar otra certeza que matar. Y matando certezas, gané horizontes.

Entonces, asistí conmovida a un nuevo duelo: VERDAD ha muerto, pensé. ELLA sí podía morir, pertenecía al mundo de los hombres. Más terrenal y evidente imposible.

Mi instinto me obligó a saber más al respecto. Indagué. Me arrepentí...

La dividieron por la mitad con cruel precisión. Con el pensamiento frío del bisturí.

Por un rincón del universo quedó VER. Aislada, sin la menor posibilidad de rastrear su otra mitad. Aquello que la completaba. Así solo se podría ver, pero no mirar.

Por el otro lado, quedó DAD. Aislada igual que su alma gemela. Solo podría dar, pero sin poder mirar a quién.

Así, un día cualquiera, nació pobreza y riqueza. Amparadas en que una, no tiene nada que ver con la otra. Así de simple fue su final. Se realizó estricto funeral por separado, pero en cristiana sepultura.

Sus respectivas lápidas rezan, paradójicamente, símiles palabras: Aquí descansa en paz VER/DAD quien soñó, algún día, con "VER A QUIEN DAR".