Corazón de pan

PARECE pequeña, mas no es seguro. Parece del tipo bonsái. No sé bien, qué es lo que gesta esa idea cuando una la mira. No sé qué o cuál detalle despierta semejante sensación. Quizá sea solo imaginación. O aquella extraña necesidad de pensar que nunca puede ser pequeño semejante corazón.
Lo cierto es que corazón de pan nació un día especial. Esos, en que los soles reclaman lunas que los hagan brillar aún más. Esos, que cubiertos de manto blanco y descuidados de tanto hielo, permiten el despertar de semillas coloridas y remolonas. Días cualquiera como esos. Que no tienen un número que los identifique. Que están afuera de calendarios. Aquellos que son imposibles de ubicar en estación alguna.
Podríamos pensar que fue en primavera. Mas tampoco es seguro. Cierto dejo de apatía en el despertar, nos deja certeza que confirma la regla. Un tiempo sin tiempo. Del que nunca transcurre, pues no tiene tiempo. Trampas del destino, para no ser hallado. Tiene miedo. Mas no, no. En realidad padece ataque de pánico al verse desnudo ante ojos humanos.
Mas corazón de pan es ajena a tan complejos conceptos. A tanta idea preconcebida. Su certeza es estado en simpleza. Pequeñas aves en busca de alimento merodean su entorno. Allí corazón de pan es inmensa. Destino generoso. El de alimentar vuelos cortos, de pequeñas aves en eterno retorno.