La Norma del tiempo

cielo con estrella

NORMA vivía del reciclado de objetos. Era lo suficientemente inteligente como para saber que la practicidad era la amante del dinero. Supo intuir el apogeo de la ola vintage y adecuarse rápidamente a esa movida. Como consecuencia Norma vivía plácidamente de hacer lo que le gustaba. Tenía el instinto suficiente para encontrar aquellos objetos antiguos que reciclados serían una perlita que terminaría siendo pagada con creces en el mercado.

Parecía y merecía tener los días organizados, pues trabajaba arduamente. Pero por las noches, Norma soñaba locamente. Allí era ella la que brillaba, más que sus objetos. Sus sueños parecían intactos al paso del tiempo. A diferencia de sus obras, estos no parecían ser erosionados por el desgaste típico de su uso. Mientras más los recordaba y los usaba en sus obras, más los soñaba. Mientras más los soñaba y los revivía una y otra noche, más los reciclaba.

Parecía el feedback perfecto. El engranaje óptimo. El techo de cristal por donde se podía ver el sol de lleno sin quemarse. Parecían funcionar en estricta proporcionalidad inversa. Mientras que durante el día los objetos más envejecidos, más producían, rendían y eran los codiciados; durante la noche, sus sueños más primitivos se revivían una y otra vez añorando aquello que nunca tendría.

La muñeca rubia de la foto del jardín de de infantes que abrazaba tiernamente quedó impregnada a su ADN en los pasillos más atribulados de su adultez. Su esperanza de un mundo sin violencia. Fue ingenuamente revivido a sus 10 añitos cuando decide encaminarse por el sendero del vegetarianismo, envejeciendo su propia niñez. La foto de su amiga la vaca Margarita, quedó anclada como herrado de ganado; a su piel sensible, en el laberinto de recuerdos de su paso frustrado por la carrera de veterinaria.

Las despedidas tristes recién comenzaban. Sus Margaritas nunca más volverían. Al amparo de sus días, sus noches brillaban aún más y parecían explotar el universo. No necesitaba de fiestas o festejos. Sus noches se adueñaban de su mundo, lo dinamitaban y lo volvían partículas de polvo estelar disuelto en el tiempo.