María, cara de piedra

MARÍA es una clase de piedra muy particular. No es una clasificación convencional. No las encontramos en las enciclopedias. Pero sabemos que existen. Son las famosas "cara de piedra". Algunos piensan, que son las que aprendieron a no preocuparse por nada. Otros, que son insensibles de cuna nomás. Hay una en particular, oriunda de un risco pegadito al bravío mar.
María...
Amaría el ir y devenir de las olas estrepitosas sino fuera por sus pies ausentes que la amarran fuerte al pedacito de suelo que le tocó en suerte. Y hay otra, que se encuentra a la vera de un caudaloso río de majestuosas montañas.
María...
Amaría el vuelo liviano de los cóndor andinos, sino fuera por su tamaño abultado y pesado que la mantenían inmóvil, sujeta al pedacito de suelo que le tocó en suerte. María esta triste, recibía las quejas de sus vecinos continuamente.
- Que no quiere adelgazar, ni hace dieta ni va al gimnasio, gritó la caracola marina empoderada.
- Que no se mueve para ir ayudar a sus vecinos, rugía el caracol indignado.
María estaba aún más triste, pensó en comprar unos pies enormes que la ayudaran a moverse. Pensó en contratar a un personal trainer que la ayudara a bajar de peso o pagar una cirugía para no recibir las continuas quejas de todos sus compañeros. Un buen día, María estalló. Se le transformó su carita dulce y simpática en una verdadera cara de piedra.
- Atención caracálicos! Sí, les hablo a ustedes, los cara de coles! Si supieran amar locamente, como amo yo, este pedacito de tierra que me tocó en suerte. Serían más agradecidos, con quienes como yo; aceptamos nuestro lugar en la foto del ecosistema!